Seguro que un psicólogo lo explicará mucho mejor que yo pero el «efecto halo» lo identificó en 1929 el estadounidense Edward Thorndike y se describe como la tendencia a sacar conclusiones específicas a partir de una impresión general.
El efecto halo se utiliza en ámbitos comerciales, en publicidad pero también lo podemos utilizar para reflexionar sobre nuestra manera de actuar.
Alguien me presento una vez a una persona con brillante formación (licenciatura, post grado, varios idiomas) y que fue promocionada a jefa de equipo por ser una buena vendedora. Siempre justificaba su manera de actuar porque así lo requeria el entorno, las circunstancias o determinadas situaciones pero acostumbraba a negar esa posibilidad a los demás al juzgar su actuación porque eran de tal o cual forma. Era una buena gestora de clientes pero quizás una pésima jefa y peor líder.
Ángel era un buen gestor: sus clientes crecian en facturación y aportaban rentabilidad y cuota a la compañia. Se infería que estaba motivado, defendía la cultura de la organización y compartia sus valores. Pero cuando la facturación de sus clientes cae y la rentabilidad baja, su jefa llega a la rápida conclusión que el gestor se ha vuelto complaciente, que descuidó a sus clientes y que ya no comparte la cultura de la empresa. Lee el resto de esta entrada »
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